Masculinidad: Manifestaciones emocionales en los hombres

Hablar de masculinidad, es hablar de los paradigmas culturales y su rol de modelar la sociedad. Es probable que cuando se te pregunte por la masculinidad, lleguen a tu cabeza un montón de estereotipos sobre lo que significa ser hombre, plagados de etiquetas y mandados obsoletos que pueden generar diversos síntomas psicológicos.
Pensando en derribar paradigmas y en que parte de la salud mental es atrevernos a ser nosotros mismos, hoy queremos explorar el tema de la masculinidad en Costa Rica.
Masculinidad: Manifestaciones emocionales en los hombres, una mirada desde la Construcción Social
¡Los hombres no lloran! ¡Aguante, sea más machito¡ ¡Parece una mujercita llorando! ¡No sea maricón!
Masculinidad | Las anteriores son expresiones que hacen parte de algunas de las perspectivas sociales que hacen alusión a estereotipos entorno a las posiciones de masculinidad. Las encontramos con frecuencia en discursos contemporáneos, derivados sin embargo, de tiempos remotos y que se imponen como señalamientos prejuiciosos frente aquellos hombres que expresan abiertamente sus emociones a la hora de vincularse afectivamente.
Cabe resaltar que también ocurre algo similar en el caso de las mujeres, con otros señalamientos; y en cualquiera de los dos casos estos se traducen en parámetros estándar, que apuntan a un ideal, de cómo deben ser los hombres y las mujeres, según un determinado marco cultural. Esto termina afectando a la persona e incluso sus relaciones de pareja o interpersonales.

Así la vida en sociedad, resulta un proceso complejo y desgastante, en tanto genera una serie de códigos y etiquetas, en amplios sentidos y diversos ámbitos, que promueven una conciencia social estereotipada, en la cual se clasifican y distribuyen, bajo un criterio de normalidad que acoge y anormal que excluye, omitiendo la particularidad del funcionamiento estructural de la psique, en consecuencia, del comportamiento y las emociones humanas, según sea el caso.
Emociones y masculinidad
El concepto de emoción implica tres componentes que involucran un funcionamiento estructural dinámico, así:
“Una emoción es un estado psicológico complejo que implica: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica, y una respuesta de comportamiento o expresión” (Hockenbury & Hockenbury, 2007)
Dichos posicionamientos sociales, acerca de cómo deberían pronunciarse emocionalmente hombres y mujeres, brindan una perspectiva que prescinde por completo de la experiencia subjetiva, coartando la construcción individualizada, en cuanto al sentir y la puesta en acto de ese sentir. l
Esto, obstruye la posibilidad de una expresión fluida de sentimientos, y en su lugar estos posicionamientos, empujan a la recurrencia hacia mecanismos adaptativos defensivos.

Así, en el caso de los hombres, estos con frecuencia acuden a la supresión, para no ver vulnerada su masculinidad, con el fin de no ser tachados de débiles o para que no se ponga en entredicho su hombría (la cual resulta seriamente juzgada en ciertos contextos), llevando a que muchos hombres prefieran acoplarse a parámetros sociales, esto para no poner en riesgo la imagen ideal de sí mismos que se ha construido, paralelo a un estilo de vida que no se desea alterar, intentado regular y controlar la verdadera emoción.
La base de estos discursos sociales ha sido constituida por un cúmulo de conceptos sesgados, atravesados por tintes machistas, e en donde por ejemplo, se dice que la fuerza es una facultad masculina y la emotividad forma parte de la esencia de ser mujer.
Condicionamientos como este, hacen que un hombre que siente y lo manifiesta además, es tomado como débil y quien es débil “no es hombre”. Son estas algunas de las asociaciones que se realizan en torno a la masculinidad, configurando hombres que se exigen a sí mismos ser “fuertes” retrayéndose de toda manifestación de sentimientos.
Condicionamientos culturales
De este modo, la cultura dicta parámetros ideales a seguir, a la hora de vincularse con familia, amigos y en el trabajo, donde surge un posicionamiento diferenciador entre hombres y mujeres, en cuanto a cómo debería manifestarse la afectividad o el contacto físico, siendo posible dilucidarlo, en el caso de las mujeres en un abrazo efusivo entre amigas, un beso de despedida con el padre, el cual pasaría desapercibido; no así, en el caso de los hombres, a quienes en su lugar, se les ha asignado el apretón de manos, el levantamiento de una mirada, o el golpe en la espalda.

El inconveniente sucederá adelante, cuando la supresión comience a manifestarse a través de diversos síntomas que terminarán recayendo en problemas sobre la salud física y emocional, así algunas de las implicaciones con las que es más frecuente toparse en hombres:
- Dificultad para vincularse afectivamente
- Inseguridad
- Depresión
- Estrés crónico
Todo esto se evidencia cuando contrastamos estadísticas sobre depresión y suicidio en el mundo, en donde se evidencia que en un contraste por género, se suicidan más los hombres que las mujeres. De acuerdo con un artículo publicado por la BBC, “en el año 2012 fueron ocho de cada 100.000 las mujeres que decidieron quitarse la vida, mientras la tasa de hombres que llegaron a hacerlo fue casi el doble: 15 por cada 100.000 habitantes”
De este modo, podría hablarse del suicidio como una problemática masculina, sin bajar la guardia frente a los casos femeninos. Estas cifras resultan bastante desalentadoras, y se sustentan en esa represión emocional que se le ha asignado culturalmente.
Si pensamos en la psicoterapia, por ejemplo, es un espacio donde las personas pueden hablar, con el fin de aliviar los síntomas y poder llevar vidas más plenas. De este modo, cuando los hombres se encierran dentro de sí mismos, por el temor a no parecer fuertes o aptos, están creando un caldo de cultivo para diferentes síntomas psicológicos, que además de afectar sus dinámicas vitales, puede incluso costarles la vida.

Teniendo en cuenta lo anterior, en Psicoterapia Individual, los hombres pueden derribar todos aquellos paradigmas que les impiden expresarse sin sentir que afectan su masculinidad, y trabajar todos esos condicionamientos arcaicos que les restan libertad y autonomía.
La palabra tiene la capacidad de sanar y liberar, indistintamente del género o sexo, al facilitar el ingreso al inconsciente mediante la asociación libre, de esta manera entender los diversos significantes que rodean a la persona como tal, facilitará poner en acto la ruta adecuada hacia el deseo, parafraseando a Lacan, J:
“El inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Seminario 11, p. 28).
Fecha de actualización: (20 de diciembre 2022 KA)
2 Responses
Buenos día. mi nombre es Dennis fui diagnosticado con un trastorno disociativo quisiera recibir terapia.
Hola Dennis, buen día.
Nos sería un gusto poder atenderle. Lo más apropiado para una cita, es llamar al 2271-5200, o bien al 8825-7991, con Sílvia o Angie, para agendar su sesión y que el espacio ofrecido no se haya cedido ya; o de otra forma, brindarnos su número de teléfono para devolverle la llamada.
Un atento saludo.